MI AMADA DOLORS


Amado Nervo

La Amada Inmóvil

Amado Nervo fue un escritor nacido en Tepic, México en 1870 y fallecido en 1919 en Montevideo, Uruguay. Puedes leer su biografía aquí o en cualquier otra web que busques por Internet. Lo cito en esta página porque debido al conocimiento de su amada Ana Cecilia Luisa Dailliez en Paris el 31 de agosto de 1901, perdiéndola por fiebres tifoídeas el 7 de enero de 1912 en que murió en sus brazos, escribió su famoso libro de Poemas titulado “La Amada Inmóvil” todos ellos producidos por el sentimiento de haber perdido lo que él más amaba del mundo, a su compañera Ana Cecilia. Amado Nervo moriría 7 años después, muerte por él deseada pero no buscada, para poder reunirse con su “querida muerta”, como la llama muchas veces en su obra.

Todos los poemas escritos en “La Amada Inmovil” están publicados por Internet y los puedes leer si lo deseas en esta página. Resulta muy interesante y yo diría que imprescindible para entenderlos en toda su profundidad, poder leer el prólogo por él escrito y que yo sólo he encontrado en el libro “En voz baja. La amada inmóvil” de la Editorial Cátedra, año 2002.

Alguien me recomendó este libro y no recuerdo quien, por más que he buscado en cientos de correos electrónicos a la persona que lo hizo que, si lee estas letras, por favor me escriba y pondré su crédito y de cualquier manera le estoy muy agradecido, pues me he sentido muy identificado con el mismo.

NOTA: Hoy, 8 de septiembre de 2007, he recibido un mail de mi amigo Ernesto Figueroa que vive en Baja California, y que era de quien sospechaba que me había recomendado el libro, pero al no encontrar su mail donde me lo aconsejaba, no me atreví a citarlo. Puedes leer su mail del día 8 aquí.

Cierto que las circunstancias vitales de Amado Nervo y las mías son muy diferentes, el la tuvo 10 años, yo 32, el conoció a Ana con 31 años y se le fue con 41, yo conocí a Dolors a mis 26 y se me fue a los 58, él se quedó con Margarita, la hija de Ana Cecilia, yo con Alana y Daniel, mis hijos, pero los sentimientos que le suscitó la pérdida de su amada Ana Cecilia y cómo los expresó en sus poemas, me hacen sentir sumamente identificado con muchos de ellos. Es por eso que quiero reproducir en esta página algunos porque se adecuan perfectamente a lo que yo siento, él por su Ana yo por mi Dolors.

Mariano Bayona Estradera 12 de mayo de 2007 (dos meses después de su partida)


"MÁS QUE YO MISMO"

¡Oh vida mía, vida mía,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí!
¡De tal manera te quería,
que estar sin tí es estar sin mí.

¡Faro de mi devoción,
perenne cual mi aflicción,
es tu memoria bendita!
¡Dulce y santa lamparita
dentro de mi corazón!

Luz que alumbra mi pesar,
desde que tú te partiste
y hasta el fin lo ha de alumbrar,
que si me dejaste triste,
triste me habrás de encontrar.

Y al abatir mi cabeza
ya para siempre jamás,
el mal que a minarme empieza,
pienso que por mi tristeza
tú me reconocerás.

Merced al noble fulgor
del recuerdo, mi dolor
será espejo en que has de verte,
y así vencerá a la muerte
la claridad del amor.

No habrá ni noche ni abismo
que enflaquezca mi heroísmo
de buscarte sin cesar,
Si eras más que yo mismo,
¡Cómo no te he de encontrar!

¡Oh vida mía, vida mía,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí!
¡De tal manera te quería,
que estar sin tí es estar sin mí!

Febrero de 1912


ESCAMOTEO

Con tu desaparición
es tal mi estupefacción,
mi pasmo, que a veces creo,
que ha sido un escamoteo,
una burla, una ilusión.

Que tal vez sueño despierto,
que muy pronto te veré,
y que me dirás: "¡No es cierto,
vida mía, no me he muerto;
ya no llores..., bésame!"

Marzo de 1912


¿QUÉ MÁS ME DA?

¡Con ella todo; sin ella, nada!
¡para qué viajes,
cielos, paisajes!
¡Qué importan soles en la jornada!
¡Qué más me da
la ciudad loca, la mar rizada,
el valle plácido, la cima helada,
si ya conmigo mi amor no está!
¡Qué más me da...!

¡Venecias, Romas, Vienas, Parises:
bellos sin duda; pero copiados
en sus celestes pupilas grises,
en sus divinos ojos rasgados!
¡Venecias, Romas, Vienas, Parises,
¡qué más me da
vuestra balumba febril y vana,
si de mi brazo no va mi Ana,
si ya conmigo mi amor no está!
¡Qué más me da...!

Un rinconcito que en cualquier parte
me preste abrigo;
un apartado refugio amigo
donde pensar;
un libro austero que me conforte;
una esperanza que sea norte
de mi penar,
y un apacible morir sereno,
mientras más pronto más dulce y bueno;
¡qué mejor cosa puedo anhelar!

Marzo de 1912


¡QUIÉN SABE POR QUÉ!

Perdí tu presencia,
pero la hallaré,
pues oculta ciencia
dice a mi conciencia
que en otra existencia
¡te recobraré!

Tú fuiste en mi senda
la única prenda
que nunca busqué;
llegaste a mi tienda
con tu noble ofrenda,
¡quién sabe por qué!

¡Ay! por cuánta y cuánta
quimera he anhelado
que jamás logré... ,
y, en cambio, a tí, santa,
dulce bien amado,
te encontré a mi lado,
¡quién sabe por qué!

Viniste, me amaste;
diez años llenaste
mi vida de fe,
de luz y de aroma;
en mi alma arrullaste
como una paloma,
¡quién sabe por qué!

... Y un día te fuiste,
¡ay triste!, ¡ay triste!
... pero te hallaré;
pues oculta ciencia
dice a mi conciencia
que en otra existencia
¡te recobraré!

Marzo 19 de 1912


MI SECRETO

¿Mi secreto? ¡Es tan triste! Estoy perdido
de amores por un ser desaparecido
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...
¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!

¿Comprendes -tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles-
ese imposible de los imposibles,
de adorar a un fantasma?

¡Pues tal mi vida es y tal ha sido y será!
Si por mí sólo ha latido
su noble corazón, hoy mudo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarle, no más porque ha partido
y dejarla, no más porque se ha muerto?

Marzo 25 de 1912


METAFISIQUEOS

¡De qué sirve al triste la filosofía!
Kant o Shopenhauer o Nietzsche o Bergson...
¡Metafisiqueos!

En tanto, Ana mía,
te me has muerto, y yo no sé todavía
donde he de buscarte mi pobre corazón.

¡Metafisiqueos, pura teoría!
Nadie sabe nada de nada: ¡mejor
que esa pobre ciencia, confusa y vacía,
nos alumbre el alma como la luz del día,
el secreto instinto del eterno amor!

No ha de haber abismo que ese amor no ahonde,
y he de hallarte ¿Dónde? ¡No me importa dónde!
¿Cuándo? No me importa... ¡pero te hallaré!
Si pregunto a un sabio, "¡Qué sé yo!", responde,
Si pregunto a mi alma, me dice: "¡Yo sé!"

Marzo 27 de 1912


UNIDAD

No, madre, no te olvido;
mas apenas ayer ella se ha ido,
y es natural que mi dolor presente
cubra tu dulce imagen en mi mente,
con la imagen del otro bien perdido.

Ya juntas viviréis en mi memoria
como oriente y ocaso de mi historia,
como principio y fin de mi sendero,
como nido y sepulcro de mi gloria;
¡pues contigo, nací; con ella, muero!

Ya unidos viviréis ambos amores
sin jamás separaros;
pues, como en un matiz hay dos colores
y en un tallo dos flores,
¡en una misma pena he de juntaros!

Marzo 28 de 1912


EL FANTASMA SOY YO

Mi alma es una princesa en su torre metida,
con cinco ventanitas para mirar la vida.
Es una triste diosa que el cuerpo aprisionó.
Y tu alma, que desde antes de morirte volaba,
es una ala magnífica, libre de toda traba...
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!

¡Qué entiendo de las cosas! Las cosas se me ofrecen,
no como son de suyo, sino como aparecen
a los cinco sentidos con que Dios limitó
mi sensorio grosero, mi percepción menguada.
Tú lo sabes hoy todo...; ¡yo, en cambio, no sé nada!
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!

5 abril 1912


NOTA: Aún añadiré 10 ó 12 más.


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