Carta del 20 de junio de 2007 a mi amigo Carlos Alberto en la que acabo hablando de Dolors

    Hola Carlos:

    En primer lugar te agradezco mucho el comentario que has hecho sobre Dolors y ya sabes que cualquier comentario que me hacen sobre ella, que, lógicamente, está referido a la página de homenaje, lo publico en la fecha de recepción del comentario. Así que puedes ver tú último mail publicado aquí: http://superman.cinecin.com/condolencias7.htm

    He puesto las dos última penúltimas anécdotas sobre Eva Perón así como la preciosa fotografía de Evita en Italia que me has mandado.

    ¿Sabes Carlos? Cuando hice la página de Evita, en la que Dolors me colaboró en la que más de todas las páginas, siempre me decía en broma si estaba enamorado de Evita (estuve un año que nos dedicamos a buscar material y me pasaba muchos ratos leyendo biografías de ella, los dos sentados en sendos sillones que había en el enorme balcón del piso de la calle Rocafort, rodeados de plantas y como era un quinto piso bastante aislados del mundo pues la gente no solía usar tanto los balcones como a nosotros que siempre nos han gustado. La casa de enfrente era un colegio y además las copas de los árboles de la calle nos aislaban igualmente) y cuando estuvo enferma, como siempre tuvo un gran humor, me decía "Mira Mariano, me voy a morir de la misma enfermedad que Eva Perón”

    Carlos, no sé si podré resistir el sufrimiento tan grande que siento, este vacío horroroso en el alma, en el corazón, en el cuerpo. Intento no llorar porque antesdeayer fue demasiado, me metí en mi cuarto pero mi hija me oyó los sollozos y se unió conmigo, consolándome, acariciándome. Menos mal que no estaba Daniel en ese momento porque no quiero hacerle sufrir si me ve llorando como me ocurrió ese día que fue muy fuerte. Ya lloramos los dos juntos semanas atrás. Llevo los ojos muy irritados de llorar cada día y estoy tratando de no llorar para ver si se me va la irritación, pero se me encoge el estómago, me late el corazón y tengo que dejar de pensar en ella porque me volvería loco si insistiera. Me paso el día haciendo cosas, haciendo páginas web, respondiendo correos, viendo películas, lo mismo que hacía antes, pero sin ella, sin Dolors. No sé si me sé explicar. Para mí es muy diferente estar haciendo páginas web cuando ella estaba, también sentada en su ordenador, sin verla, pero a cinco metros, pudiendo hablar con ella, y me encantaba como me interrumpía continuamente y me decía, he encontrado una imagen de Evita que no tienes o mira he encontrado unas fotos de Kylie Minogue o de Superman o al atardecer que me decía: “ˇMariano! que no me haces caso, vente conmigo" y como su ordenador lo tenemos en la habitación de matrimonio yo siempre estaba ipsofacto al lado de ella y nos tumbábamos en la cama y charlábamos y a Alana (contado por ella después), le encantaba llegar a casa del trabajo y vernos que estábamos tumbados encima de la cama y disfrutaba oyéndonos hablar. Nosotros dejábamos siempre la puerta abierta y a veces era ella, otras veces, Daniel, el que entraba y se unía en la conversación tumbándose en la cama. Luego hacíamos otras cosas, a veces seguíamos cada uno en su ordenador pues tenemos uno cada uno conectados en red y Dolors me decía desde la habitación, sentada en su ordenador, a donde yo estaba sentado en el mío, “¿Salimos un ratito al balcón?” y yo nunca le decía que no, siempre dejaba lo que estuviera haciendo y me iba a pasar un rato con Dolors al balcón, para seguir charlando, viendo la vida en la calle Parlament que es muy visitada continuamente por todo tipo de personas. Así pasábamos muchas tardes-noches, o cuando tocaba momentos en que estábamos los dos siguiendo una serie de TV y nos sentábamos en el sofá a mirarla. Esa era mi forma, mi manera de hacer las páginas web y por las mañanas, pues estaba sentado en el PC, con el teléfono al lado y de tanto en tanto Dolors me llamaba desde el trabajo. Dolors me envolvía totalmente, era toda mi vida y ahora me pasa igual, más que antes, estoy continuamente con ella, esté donde esté, en la calle, cuando voy a comprar, en el metro, en el supermercado, en todas partes me acompaña pegada a mi corazón, recordada por mi mente, pero no es lo mismo porque sólo se oye mi voz en el interior de mi mente. Aunque hay momentos en que yo soy ella, como cuando le entro a Daniel, sin que me lo pida, un aperitivo a base de tortilla de patata cortada a trocitos y pan con tomate cortado igualmente a trocitos. Típico de Dolors, traerte algo en el momento oportuno sabiendo lo que te gusta y sin avisarte. O cuando por la noche riego las plantas del balcón, cosa que era ella la única que lo hacía y ahora lo hace a través mío. O cuando me ocupo de la lavadora y de tender la ropa. Dolors siempre me decía: ¿Qué prefieres tender la ropa o fregar los platos? y la verdad es que nos lo combinábamos y unas veces lo hacía uno y otras el otro.

    Bueno Carlos, lo dejo porque seguiría “ad infinitum” hablando de Dolors, encantado pero a veces con el corazón encogido y con las lágrimas queriendo saltar afuera.

    Saludos

    Mariano

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