Carta de Edgardo Lucio Crocetta de Buenos Aires

    Mariano,

    Bueno, ocurre que me he abismado leyendo tu Página de Homenaje y ahora no tendré por hoy demasiado tiempo para escribirte. De todos modos lo intentaré. Desde mi mensaje de la mañana y durante todo el día, de a poco y en los momentos que podía, fui leyendo las condolencias que publicaste y algunas de las tantísimas cosas que expresás. He visto fotografías que antes no había descubierto, llegando a ellas por hipervínculos, y todavía me faltan unas cuantas.

    Me satisface que haya muchas personas que como yo, se han impresionado con Dolors. Y es que es la pura verdad, el rostro de tu esposa tenía una expresividad increíble. No me cabe duda alguna de que se trataba de una mujer excepcional.

    Por favor, no pierdas los mensajes que te han enviado porque después de un tiempo, cuando sangres un poco menos, tenés que volver a leerlos. Pásalos a un CD porque a la Web la carga el demonio y todo puede desaparecer mágicamente en cualquier momento. Hay personas que te dicen cosas maravillosas, yo diría que entre todos te lo dicen todo y creo que existe el riesgo cierto de que ahora no lo percibas con absoluta claridad. Hay una lógica mezcla de estilos y expresiones, y hay mensajes un poco formales también, pero no por eso menos valiosos; son en general de gente que nunca te había escrito y que no estaba “obligada socialmente” a escribirte, pero igualmente lo hicieron.

    En sólo un día que hace que tomé conocimiento de todo esto ya estoy absolutamente seguro. Tu esposa transmite algo que nos hace sentir bien, y ya sin duda alguna, mejores personas. Esto te lo dije ayer con absoluta fidelidad a lo que sentía, sin pensar más allá. Ahora estoy recordando que el máximo artista de nuestro folklore, Atahualpa Yupanqui (ya fallecido), que era un poeta y un hombre aindiado pero muy culto, decía que después de escuchar veinte minutos a Bach, uno se convertía en “mejor persona”. Hace un mes, en una de las Iglesias más representativas de Buenos Aires, la de Santo Domingo, escuché la mejor versión de mi vida de La Pasión según San Mateo, la mayor obra musical de la Cristiandad. Mientras volvía a mi casa en el subterráneo, pensaba en Yupanqui y en lo cierta que era su afirmación acerca de Bach, porque el espíritu no me cabía en el pecho. Sin querer, en estas últimas 24 horas, tu Dolors, vos mismo y tu Homenaje me han traído nuevamente ese sentimiento de plenitud espiritual que sólo se experimenta cuando se entra en contacto con algo noble y superior. Hasta hace un rato estuve leyendo, un poco caóticamente la Página, por aquí y por allá porque completa es imposible de un solo golpe. Encontré que lo de tu esposa tuvo mucho de Pasión en el sentido bíblico, y recién ahora estoy conectando todo eso.

    No creo que te puedas dar cuenta cabal todavía, pero lo que has publicado es extraordinario, de un nivel humano superlativo. Nos has emocionado a todos y nos has dado la oportunidad de expresarnos, y por sobre todo de llorar (tal vez el gesto humano más humilde y liberador), aún a los que tenemos una cáscara (cascarita) algo dura. Vos y nosotros expresándonos como podemos, sin demasiada elegancia pero con indisimulado sentimiento. Más de cuatrocientas fotografías; ni una sola frívola pero todas libres de solemnidad. Muchísimas imágenes serena y hasta intensamente alegres, pero sin carnaval postmoderno. Multitud de familia y amigos, de buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos descansan bajo la tierra.

    Ocurre, Mariano, que ustedes se han profesado un amor poco frecuente y como bien sabés, el amor tiene una especie de fuerza centrífuga que se irradia más allá de la voluntad, sembrando el bien hasta sitios insospechados. Es exactamente lo opuesto del odio; este es centrípeto y devora todo en su centro, también más allá de su objetivo primero.

    Tengo para mí que vos sos también una persona muy buena (muchas cosas, detalles nimios, me lo dicen), ¡vamos!, no disimules, porque tu mujer no estuvo sola precisamente, y si te quería no sería por casualidad, porque esa clase de mujeres no se enamora de cualquiera. Esta es la más confiable garantía.

    Yo no tengo una salud que me permita escribir sistemáticamente todos los días (y hoy se me ha hecho tardísimo otra vez y van dos días), pero no quiero perder el contacto con vos. Ya te iré contando algunas cosas variopintas que te demostrarán que te comprendo más de lo que te imaginás y que te acompaño sinceramente, pero ahora no es el momento porque bastante tenés con lo tuyo.

    Si le hablaste a Dolors mientras “dormía” debés sentirte feliz porque en realidad no dormía y te escuchó. El fin de mi madre fue igual (año 2004), pero yo ignoraba el asunto y solamente la acariciaba; únicamente tomé la precaución de ponerme todos los días la colonia de baño que a ella le gustaba. Después, póstumamente, me enteré que a mi hermana le dio claras muestras de que la escuchaba, y hace muy poco me informé de que las pruebas científicas lo han demostrado; las personas en coma farmacológico oyen y hasta sueñan, porque además duermen “de verdad” por períodos, como todo el mundo. La barrera está en el nexo con lo motriz, con la expresión y con el mundo; eso es lo que se corta y permite entubarlos, algo que no se podría hacer en estado de vigilia normal. No hace falta aclarar que no se trata de personas que solamente están paralizadas y un 100% concientes, de ninguna manera, pero son sensibles y no meramente entes palpitantes. Para mí mamá fueron diez días de agonía, algo inusual que desconcertaba a los médicos. Ya no le funcionaba ningún órgano, no tenía presión arterial medible y su PH sanguíneo era literalmente “incompatible con la vida”, pero no moría, ella nunca hubiera querido morir, y lo digo porque no me lo puedo callar : la medicina finalmente pudo más que ella.

    Sin embargo yo no me refería solamente a estos sucesos cuando te dije más arriba que con el tiempo te iría contando cosas. He adorado a mi madre, es verdad, pero fue amor de hijo devoto; la cuidé durante 24 años en su creciente incapacidad física porque sufrió en total seis accidentes cerebrales y a pesar de ello nunca perdió la lucidez (algo casi imposible), aunque terminó cuadripléjica, muda e incapaz de alimentarse excepto por sonda nasogástrica y con preparados importados de USA y Holanda. Los últimos 8 años fueron una emergencia contínua y aterradora. Yo me refería más arriba al plano sentimental, porque yo también he amado, en especial durante muchos años a UNA mujer, que no murió (y eso abre un abismo entre tu caso y el mío), pero tenés que creerme, el dolor siempre es dolor y es muy ancho, tiene una infinidad de sabores que se combinan para resultar en variedades siempre muy feas, y como no podría ser de otra forma, el dolor propio siempre es el más terrible que conocemos.

    Sea como sea, Mariano, las mujeres son lo mejor de nuestras vidas, desde que nacemos hasta que morimos. He querido siempre mucho a las mujeres; por suerte no conocí a ninguna mala de verdad; todas me han dado lo que han podido, algunas mucho y alguna muchísimo. Yo les estoy muy agradecido. Bien se dice que un país es lo que son sus mujeres; en consecuencia, mucho más un solo hombre.

    Las mujeres son siempre un misterio insondable y pueden albergar riquezas infinitas. Si somos inteligentes pronto comprendemos que debemos quererlas si nos es posible, y quererlas cuanto podamos. Benditas las buenas mujeres y benditos los hombres que las sepan descubrir y satisfacer. Cuando digo que no soy creyente no me explico correctamente (acabo de hablar de bendiciones); en realidad soy escéptico y específicamente en religión, agnóstico. “No sé” es mi humilde respuesta, pero respeto todas las actitudes humanas en la materia y me inclino ante los misterios, que no son pocos. Solamente no me gustan los que se definen como “ateos” porque eso no sólo es de una soberbia intolerable sino que en realidad es una verdadera creencia negativa, es decir malo y perverso sin remedio, porque como decía Ortega “las ideas se tienen, pero en las creencias se está”.

    La verdad es que si hubiésemos carecido de las mujeres seríamos muy poco. Vos has cumplido tu cuota; te queda un recuerdo magnífico y una “obligación moral” que poco a poco no te va a costar nada cumplir. Paulatinamente irás haciendo todo lo que debés hacer, pero no por verdadera coerción sino por voluntad propia; nunca vas a traicionar los deseos de Dolors, porque ambos eran parte de lo mismo, porque en cierta forma vos también sos “ella” y porque más que la promesa de continuar en la Web, yo estoy seguro que lo que quería era asegurarse de que ibas a continuar, simplemente. Así irás aproximándotele cada vez más (no me refiero al plazo inexorable de la vida) y te irás tranquilizando.

    Lamentablemente, el dolor no se irá nunca, pero le vas a hacer un lugar y lograrás llevarlo con vos y manejarlo para que no te mate. Es un terrible error la interpretación que habitualmente se le da al concepto de “rehacer la vida”, porque la vida se hace, nunca se rehace. Visto desde este punto de vista, hay esperanzas aunque no estén a la vista.

    Insisto: hay tesoros escondidos en lo que te han escrito; tenés que conservarlo porque más adelante te será aún más útil que ahora. No sé si tengo derecho a decirlo, pero creo que tu Homenaje es una obra en cierta forma colectiva y sin permiso alguno me adjudico la representación de nosotros los cibernautas, sin duda de modesta intervención pero muy sincera y sentida.

    Quiero citarte textualmente con un fragmento tuyo porque es justo lo que me inspiran algunas de las imágenes: “(…) dulce, buena, cariñosa, humilde, inteligente, orgullosa cuando era necesario, valiente, fuerte, solidaria, eficiente, detallista, siempre sabías aconsejar en el momento oportuno, eras discreta, diplomática, jamás heriste a nadie con tus palabras que siempre eran de consuelo o de esperanza (…)” Este pasaje es particularmente significativo para mí; ya hablaremos más adelante.

    Por ahora me despido; continuaré leyendo tu Página y te haré los comentarios que me surjan. Te pido disculpas por el palabrerío pero los humanos tenemos el privilegio de hablar y escuchar, y esto a veces (aunque no siempre) es mejor que nada.

    Te envío un muy fuerte y emotivo abrazo, y termino citando casi textualmente un verso de un amigo tuyo:

    Dolors se queda... en ti, en ellos, [ y ] en nosotros ahora que nos regalas su recuerdo.

    -Edgardo.

    Buenos Aires, Argentina, 30 de Mayo de 2007.