Vacaciones en Menorca en 1996. Arenal D'en Castell

    Dolors, hoy ha salido el día lluvioso. Es 1 de mayo de 2007, festivo y llueve. Alana se ha ido a casa de David y Daniel está durmiendo todavía pues anoche salió con su pandilla de amigos del colegio Vedruna, con Marc y compañía y llegó tarde a casa. El día tan triste y lluvioso que hace hoy me ha recordado por contraposición los dos años consecutivos que fuimos de vacaciones a Menorca. De los pocos sitios que conozco de este planeta, Menorca es uno de los que más me gustan y a nivel de playas el que más y, como no podría ser de otra manera, lo conocí gracias a tí, a que tú ya habías estado anteriormente antes de conocernos y como me habías hablado tantas veces de Menorca y sus calas, el agua cristalina, total que en una de nuestras vacaciones anuales de un par de semanas, alquilamos un apartamento en Arenal D'En Castell situado en la zona cercana a Mahón. Lógicamente me vienen a la memoria infinidad de recuerdos y uno de los más atractivos es el de aquellas noches que nos despertábamos a las 3 de la madrugada y saliamos a la terraza del apartamento y nos quedábamos ratos y ratos mirando a las estrellas, porque hacía mucho tiempo que no veíamos un cielo tan estrellado. Al estar en una urbanización aislada de la ciudad, donde por la noche no había luces y al estar el cielo tan limpio se podían ver esos millones de estrellas que nos emocionaba el mero hecho de verlas, porque en Barcelona, debido a las luces de la gran ciudad y a la polución atmosférica, sólo se podían ver unas pocas, tan pocas que las podíamos contar ¿te acuerdas? Sin embargo, en Menorca era imposible contarlas y las mirábamos con prismátcos y aún se veían muchísimas más. Por las mañanas nos dedicábamos a recorrer la isla. Como nunca hemos tenido coche, íbamos con taxistas contratados a todas partes y pudimos estar en muchos lugares de la isla, por el norte fuimos a pasar un día y a comer a Fornells, me gustaría poder ponerte fotos de todos los sitios que estuvimos, que ya sabes que las puedes mirar cuando quieras en los albums correspondientes, aquí no habría espacio suficiente y sólo he puesto algunas en las que sales tú, mi adorada Dolors del alma. Estuvimos viendo Binibeca, las Coves d'en Xoroi, Cala Galdana, fuimos a Maó varias veces, a Ciutadella que estaba en la otra punta de la isla, y cuando podíamos, si no nos habíamos alejado mucho del apartamento, nos gustaba comer en aquel restaurante que había al bajar hacia la playa, ciertamente uno de los restaurantes más tranquilos, con un paisaje fenomenal al estar en la parte alta sobre la cala de Arenal D'en Castell y donde la calidad de las comidas era extraordinaria. Era una gozada total. Cuanto me gustaría dar un paso atrás en el tiempo y volver allí a tu lado, con Alana y Daniel. Por las tardes teníamos la piscina a pie del apartamento, privada totalmente para esa pequeña urbanización, tan cercana que podiamos hablar tranquilamente desde la piscina a la terraza o a la ventana del apartamento que daba a la misma y era prácticamente para nosotros pues cuando la usábamos eran horas en que no había nadie. Tengo tantos recuerdos de este primer viaje a Menorca que llenaría un libro si los contara todos. Otro día te recordaré el segundo viaje que hicimos al año siguiente. T'estimo.

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    Vacaciones en Menorca en 1997. Cala Santandria y Sa Caleta

    Al año siguiente Dolors, nos gustó tanto Menorca, aunque tú la conocías mejor que nosotros, que regresamos pero esta vez el apartamento lo alquilamos en el otro lado de la isla, cerca de Ciutadella. Si las vacaciones del año anterior fueron de conocer Menorca y contratar un taxista que nos llevó a visitar las calas más bonitas, este segundo año nos lo tomamos con más relax y aunque volvimos a estar en Cala Galdana y Cala en Porter, nuestro apartamento estaba en Cala Santandria y la cala que más nos gustó y que estaba a 15 minutos paseando y bordeando Cala Santandria, era Sa Caleta. Aquella cala fue para nosotros el paraíso porque íbamos de 9 a 11,30 y aparte de un par de señoras que debían de vivir allí mismo y a eso de las 10 se iban, no había nadie en la cala y cuando a las 11,30 empezaban a venir nosotros nos íbamos retirando y regresábamos paseando a Cala Santandria, a nuestro apartamento donde recuerdo vivamente y tú me lo comentaste posteriormente muchísimas veces que te encantaba leer entre los árboles que teniamos en la parte de atrás de nuestro apartamento. Aunque fuimos varias veces a Ciutadella por las tardes, 10 minutos en autobús, y visitamos andando Cala en Bosch, Cala Blanca, lo que más nos gustaba era Sa Caleta y hubo varios días que lo que hacíamos era ir temprano a Sa Caleta, disfrutar del agua más cristalina por mi jamás vista, era nuestra cala por dos horas, luego nos ibamos al apartamento, nos duchábamos, descansábamos y a la una nos íbamos a comer a un restaurante que había algo elevado sobre Cala Santandria y allí disfrutábamos de unas paellas ríquisimas y ¿te acuerdas Dolors? el camarero era de Zaragoza. Luego ibamos al apartamento echábamos una siestecita y a ti, como he comentado antes, te encantaba leer entre los árboles. Luego salíamos a pasear al atardecer bordeando la costa. Fueron unas vacaciones de relax, pacíficas, eran el cielo en la tierra. Una maravilla amor mío.

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    Vacaciones en Jaca en 1998

    En 1998, como hacía muchos años que yo no había vuelto a la ciudad donde nací, Jaca, en el Pirieno aragonés, muy cerca de Francia, fuiste tú mi amada Dolors del alma, quien sugirió que porqué no íbamos a Jaca y enseguida me enganché a la idea. Por aquel tiempo cogíamos las vacaciones a través del boletín de vacaciones para empleados de Telefónica, pero para Jaca sólo había una semana y nosotros acostumbrábamos a ir 15 días de vacaciones al año. Por eso cogimos la oferta que había de la Telefónica y luego al contactar con los apartamentos de Jaca, contratamos una semana más en los mismos apartamentos de manera privada, que por cierto, si te acuerdas, nos salío más barato la segunda semana que la primera que era oferta de Telefónica. Aquel mes de agosto hizo mucho calor y antes de ir a Jaca pasamos unos días en Zaragoza para ver a mi madre y a mis hermanos. El calor en Zaragoza era insoportable y mi hermano Fernando nos decía que en cuanto subiéramos a Jaca, el clima refrescaría y con esa ilusión nos fuimos para la ciudad donde nací y que no había pisado desde hacía muchos años, con aquella pequeña excepción de unos días que fuimos tú y yo, también hacía muchos años, pero que no vimos a nadie de mi familia, fue una visita de incógnito.

    Cuando llegamos a Jaca estaba lloviendo. Cogimos el autobús en la estación y nos dejó en el centro de Jaca. La oficina de los apartamentos que estaba en la calle Mayor, distaba unos doscientos metros de donde nos dejó el autobús así que Alana, Daniel y tú os quedasteis en una zona protegidos de la lluvia mientras yo fui a la oficina. Allí me dieron la dirección exacta y las llaves, volví a recogeros y cogimos un taxi. Los apartamentos estaban bien, nos tocó en el ático desde donde se divisaban unas vistas magníficas de las afueras de Jaca, y esa primera semana, de manera incomprensible, hizo el mismo calor que hacía en Zaragoza. Fue por ese motivo que la segunda semana fue mejor porque bajaron las temperaturas y nos bajaron del ático al entresuelo, al mismo nivel que la piscina, de manera que salías del apartamento y estabas ya en la piscina. Eso a Daniel le encantaba porque todas las tardes nos estábamos allí un rato los dos. Alana ligó con un chico llamado Esteban y para ella fueron unas vacaciones diferentes al de otros años en los que siendo más joven siempre iba con nosotros. En esta ocasión hubo días que pasó ratos con nosotros y otros que salía con Esteban. Claro que era un amigo de verano, porque el gran amor de su vida, David, ya lo tenía en Barcelona.

    Aunque nos lo pasamos muy bien, y visitamos diferentes lugares, el más bonito sin duda alguna fue Astún y por ello repetimos el viaje al cabo de unos días, aunque también lo hicimos con Canfranc, donde Alana conoció a Esteban. La verdad es que, aparte de las comidas en los restaurantes donde nos pillaba la hora de comer, ya fuera en Sabiñánigo, en Huesca, en Canfranc, Astún o en Jaca, aquellas vacaciones siempre las he considerado un regalo que tú me hiciste, porque para vosotros estuvo muy bien porque el sitio es bonito, pero para mí fue un viaje de regreso a mi infancia, a mi pasado, a ver la Peña Oroel, la Ciudadela, recorrer la calle y ver la casa donde nací. Todas las calles de la parte antigua de Jaca me suponían a mi recuerdos de mi infancia y no me cansaba de recorrer esas calles y yo entendía que era especial para mí y normal para vosotros. Lo mismo que al estar quince días quise ver a mis parientes por parte de padre y visitamos a mi primo Enrique que nos invitó a comer a su casa y por la tarde nos llevó de excursión a Rapitán y otro día al Monasterio de San Juan de la Peña, a mi tía Isabel, al tío Joaquín, a mi prima Teresita y a su marido, Jacinto. En fin, querida Dolors, siempre te estaré agradecido por aquel regalo que me hicite de poder volver al lugar donde nací al que, posiblemente no pueda regresar nunca más, dadas las circunstancias económicas en que las leyes del estado nos están dejando. Pero todos esos lugares tan queridos para mi, los dejamos plasmados para siempre, no sólo en nuestro recuerdo sino en la página web que después montamos sobre Jaca. Hasta luego Dolors, que estés muy bien y ya sabes que te queremos con locura y que jamás te olvidaremos hasta que podamos volver a vernos.

    Vacaciones en Cantabria en 1999

    Dolors, amor de mi vida, nuestras vacaciones a Cantabria fueron las últimas que hicimos, de las más bonitas (las de Menorca se llevaban la palma), de las más ajetreadas, David vino con nosotros cinco días. Llegó muy cansado y muerto de sueño y se quedó dormido en el barquito que cogimos en el puerto de Santander. Llegamos al aeropuerto de Santander y taxi hasta el pueblo de Suances que es donde teníamos el apartamento con jardín y piscina en la que Alana, David y Daniel se lo pasaban pipa pues bajaban a una hora en que no había nadie o a lo sumo dos o tres chiquillos. Cuando David volvió a Barcelona, Alana se fue con él y quedamos el resto de vacaciones con Daniel. Los apartamentos de Cantabria estaban en la parte baja de Suances y para subir al pueblo había un atajo por un caminillo rodeado totalmente de vegetación que es el que siempre cogíamos. Los primeros días usábamos un autobús desde Suances y fuimos a Torrelavega donde encontramos un restaurante en el que se comían unos langostinos muy ricos. Torrelavega era el camino de paso para ir en tren a Santander cuyo paseo marítimo recoge las partes más bonitas de la ciudad y todas las veces que decidimos ir a Santander, lo hacíamos en tren vía Torrelavega. Pero después decidimos alquilar un taxista, como en Menorca y así cada mañana nos esperaba a las 9 en la puerta del apartamento y cada día íbamos y veníamos pudiendo visitar otras partes de Cantabria, como los Picos de Europa, que subimos con el teleférico y nada más llegar se nubló todo y era hasta peligroso andar por allí sin ver claro a más de dos metros de distancia. Pero gracias al taxista pudimos visitar con tranquilidad el parque de Cabárceno, Laredo, y otros lugares de Cantabria. La verdad es que nos lo pasamos muy bien, Alana estuvo feliz al poder tener a David unos días con ella y lo único es que en nuestra búsqueda de restaurantes, no encontramos ninguno que hicieran nuestra comida favorita, la paella, a nuestro gusto y por ello decidimos comer otros platos. Todos los alrededores de Suances son muy bonitos y dimos muchos paseos por ellos en diferentes días y en distintons momentos del día. Sería el último año en que yo usaría mi cámara fotográfica, porque después ya no hubo más vacaciones ni ocasiones especiales para usarla.


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