Los niños


    Lo más doloroso es que se nos adelante un hijo. Sin embargo, he podido comprobar leyendo los posts de este foro que hay padres y madres principalmente, que logran superar ese dolor, que se les parte el alma pero a su debido tiempo, diferente para cada persona, demuestran el coraje de seguir adelante. Eso siempre está bien y lo puede hacer todo tipo de persona y sea cual fuere la calidad del parentesco del que se nos ha adelantado. El dolor siempre está ahí pero no con la misma intensidad que al principio y no de la misma manera si consideramos perdido al ser querido que si sabemos que aunque de momento no le veamos ni le oigamos ni lo podamos tocar, él sí que nos ve, nos oye y lee nuestros pensamientos, que podemos hablarle mentalmente porque nos oye, porque siempre están a nuestro lado, que no los podemos ver con los ojos físicos porque ellos están en otra dimensión, se mueven, su energía vibra a una velocidad más alta que la nuestra, pero están ocupando nuestro mismo espacio.

    Y aunque la vida en la zona de luz de la quinta dimensión produce felicidad por sí misma, allí hay mucha actividad, no están en paz, les molesta que les digan “descanse en paz” porque no están muertos, están vivos y tienen más actividad que nosotros pero pese a esa felicidad su grado de crecimiento espiritual y de libertad, muchas veces se ve mermado por el dolor y el sufrimiento que no para en los que ha dejado en la tierra, en la tercera dimensión y si se sabe, lo natural es intentar superar ese sufrimiento para bien de ellos y dejarlos más libres de lo que ya son por estar allí, no tenerlos atados contínuamente a nuestro sufrimiento, porque ellos se alegran cuando nos ven bien.

    La vida en la tercera dimensión comienza desde el mismo momento de la concepción en que el Alma que va a tomar un cuerpo físico se conecta al óvulo fecundado a través del Cordón de Plata y es a través del Cordón de Plata (llamado así por su color plateado, no porque esté hecho de plata) que el cuerpo físico va recibiendo la energía vital. Por eso el aborto voluntario no es correcto, aunque pueden haber muchas causas atenuantes, porque se corta la vida de un Alma que se iba a encarnar. Y de la misma manera, el cuerpo físico no empieza a desintegrarse y morir hasta que se desconecte la conciencia y el Cordón de Plata. En el momento de la desconexión el cuerpo físico se enfría y endurece rápidamente y queda como un cascarón vacío, muchas veces que ni recuerda a la persona que era, y la vida continúa en la quinta dimensión. Es porque hay vida desde el momento de la concepción, que las madres que experimentan un aborto no deseado, sienten la pérdida del hijo aunque no haya llegado a nacer y ese niño continuará su proceso de creación y nacerá en la quinta dimensión y estará atendido por Almas que se dedican expresamente a estos menesteres y sabrá perfectamente quienes fueron sus padres y éstos pueden dirigirse a él igualmente, porque son oídos y reconocidos y lo mismo ocurre pues con todas las edades de tantos y tantos niños que “regresan a casa” antes de lo que sus padres querrían. Y no hay injusticia, eso siempre encierra una lección que se aprende con dolor, pero una lección que puede hacer a esos padres más fuertes, más sabios y más amorosos.

    Un niño pequeño, recién nacido ve el mundo más completo que nosotros, más real, capta una mayor gama de vibraciones porque usa mecanismos diferentes de los ojos físicos. El niño tiene que aprender a ver con sus ojos físicos y a hablar con la boca y a aprender el lenguaje que entienden los adultos para poder comunicarse con ellos, aunque en las cosas más importantes no necesita de palabra. Una sonrisa de un niño puede invadir de paz y alegría nuestro corazón, una mirada, un gesto de un niño pequeño nos puede enternecer mucho más que la mejor poesía o estrofa literaria. Cuando quedamos atrapados dentro del cuerpo físico nos vemos coartados por sus limitaciones y a la larga la capa de cultura y de creencias que nos enseñan se acaba imponiendo. El niño tiene que luchar y llorar a veces para hacerse entender porque, aunque al principio podría con su conciencia comunicarse telepáticamente con nosotros, nosotros no estamos en capacidad de captar esas señales telepáticas y por lo tanto al niño no le queda más remedio que atravesar su etapa de aprendizaje de saber manejarse con su cuerpo físico en un mundo de adultos contaminados culturalmente.

    Lógicamente, el vínculo que se va estableciendo entres padre e hijos y sobre todo entre la madre y el hijo o hija, normalmente va en aumento y siempre, desde el momento de la concepción, hay allí un niño que quiere nacer, un Alma que quiere coger un cuerpo físico y el sentimiento de los padres con respecto a ese ser, y repito, sobre todo en la madre que lo siente en sus entrañas, en los casos en que, por la causa que sea, se trunca el proceso y el niño no llega a nacer, ese amor es válido igualmente al de los padres cuyos hijos han llegado a nacer. Y todos los casos de duelo según las circunstancias y la edad en que el niño haya “regresado a casa” son diferentes. Unos tienen recuerdos a los que aferrarse, recuerdos que pueden ser de muchos años de vida, otros sólo unos pocos porque se fueron muy pequeñitos. Pero la línea de amor entre padres e hijos es la misma y cuando la hay sigue intacta a través de las dimensiones. Y los padres que su hijo se les fue antes de que pudiera hablar porque tenía meses y aún no aprendió, se pueden dirigir a él porque les entiende, porque el receptor es la Conciencia del niño, no el cerebro físico del niño pequeño nacido. La Conciencia en el otro lado al no estar limitada por el cuerpo físico tiene mayor comprensión y capacidad que cuando se conecta con un cuerpo físico y tiene que expresarse a través de él. Y si los padres habían decidido poner un nombre a su hijo que no nació, lo pueden seguir manteniendo y llamarle por ese nombre y él lo adoptará así.

    Mariano

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