El tiempo en el duelo


    Siempre se habla del tiempo en los procesos de duelo, hasta hay frases hechas al respecto, como “el tiempo todo lo cura”, “no hay mal que cien años dure”, “después de la tempestad viene la calma” (ese después entre dos cosas implica tiempo), etc. Sin embargo, el tiempo es una dimensión de la naturaleza, la cuarta dimensión, que hay que entender y reflexionar en ella. Todos hemos experimentado como el tiempo pasa muy deprisa cuando somos muy felices y nos lo estamos pasando bien y como pasa muy despacio cuando nos encontramos mal. Pero eso es nuestra reacción interna al tiempo, lo que sentimos en el tiempo. En realidad lo que existe en el Universo es un “Eterno Ahora”. Somos nosotros los que hemos creado la sensación del tiempo porque lo hemos acotado, le hemos puesto límites porque nos ha interesado, para el buen funcionamiento social, por poner un orden y hasta hemos levantado efemérides, es decir, celebraciones de acontecimientos que pueden ser particulares, familiares, nacionales e incluso internacionales. Celebraciones que pueden ser de carácter religioso, social, conmemorativo, etc., etc., pero siempre por pautas que nosotros mismos creamos. Pero todo eso aunque puede estar muy bien, es importante comprender que es totalmente subjetivo, artificial, creado por que nos ha interesado. Cuando pasamos a la siguiente dimensión de la Naturaleza, el tiempo deja de existir totalmente, o mejor dicho no se procesa como aquí, en parte porque el grado de felicidad es tan alto que se hace muy corto y porque allí no le damos la importancia que le damos aquí, sobre todo en las sociedades industrializadas donde hasta se ha hecho imprescindible llevar un reloj para cualquier transacción en la vida.

    Pero volviendo a lo que hablábamos del tiempo en situaciones de duelo, pues hasta los psiquiatras y psicólogos han determinado pautas temporales con respecto a lo que se puede sentir en el primer año de duelo, en el segundo, en el tercero, incluso se ha acuñado la frase “duelo patológico” si dura más allá de las pautas establecidas por los “expertos” en el tema. Sin embargo, es indudable que cada persona es un mundo, cada condicionamiento familiar y social es diferente, cada situación de duelo es distinta, y no sólo es distinta por la diferencia de parentesco que puede haber con respecto al ser querido que se nos ha adelantado en el camino, por las diferencias que puede haber en el sentido de si tenemos otros familiares o estamos solos, que edad tenemos, cómo somos, qué creencias tenemos, que creencias tienen nuestros familiares o nuestros amigos, mil cosas que hacen que las variables sean muchas pero hay algo que es, a mi modo de ver las cosas, lo más importante y que sólo depende de nosotros y es la actitud que nosotros tengamos con respecto al fenómeno del cambio dimensional, lo que nosotros pensemos y sintamos al respecto cuando un ser querido se nos adelanta en el camino de la Vida.

    La edad influye muchísimo, entre otras cosas porque no es lo mismo que a un adolescente se le vayan sus padres o uno de ellos, a que eso le ocurra a un adulto que tiene ya una familia formada. No se experimente igual el duelo si el paso al otro lado se efectúa dentro de las normas naturales, cuando la persona es mayor y ya ha vivido una vida, que si ocurre antes de lo que sería natural. Yo sentí muchísimo cuando mi padre se fue y aún lo sentí mucho más cuando lo hizo mi madre, pero yo tenía una familia formada, tenía esposa e hijos y cuando la que se adelantó fue mi esposa y por enfermedad y antes del tiempo medio de vida estipulado en mi país, pues el sufrimiento fue muchísimo, pero muchísimo mayor.

    Lo más normal del mundo es que cuando un ser muy querido se nos adelanta en el camino nos llenemos de dolor y el llanto se haga una reacción diaria en nuestras vidas durante mucho tiempo. Pero la frase de que el tiempo todo lo cura, de que con el tiempo se te pasará y mil frases más que nos dicen las personas que nos quieran ayudar con toda su buena intención, pero que si no han experimentado el adelanto de un ser querido, no pueden comprender lo que en verdad se siente, todo eso hay que matizarlo.

    Ocurre que los seres humanos somos animales de costumbres y nos acostumbramos a todo, hasta a lo más horrible y en ese sentido pues con el tiempo una persona se puede acostumbrar a vivir con ese dolor, pero hay que saber que de manera general, con todas las variables que puede haber y que he mencionado antes, lo normal es que al principio duela mucho y ese dolor vaya en aumento con el tiempo, al revés de lo que se dice, es decir, a medida que pasa el tiempo cada vez duele más y esto es así hasta alcanzar un momento, un momento que es diferente para cada persona, en que ese dolor empiece a ceder a ratos, luego a días, después vuelve, se va y vuelve, ya no es continuo; con el tiempo, cuando vuelve, lo hace pero con menos fuerza, y esa ondulación, ese sube y baja dura y dura un tiempo diferente en cada persona y en función de nuestra actitudes con respecto a ese suceso, puede durar ese dolor más o menos, nos puede destrozar o nos puede desarrollar más como personas.

    Por eso, lo que cobra más interés , es qué hacemos con ese tiempo. Si simplemente dejamos que el tiempo pase y nos limitamos a sufrir, pues va a ser peor. Si no conseguimos salir de ese sufrimiento terrible de los primeros meses, si no hacemos nada al respecto y simplemente nos abandonamos al dolor, se puede entrar en un círculo vicioso y caer en la depresión.

    Nuestra psicología se compone de una pequeña parte consciente y una gran parte inconsciente. Que la parte inconsciente sea mayor que la consciente hace que en líneas generales no nos conozcamos a nosotros mismos y no sepamos cómo manejar nuestras reacciones psíquicas y emocionales ante un suceso tan doloroso como lo es el que un ser muy querido nos deje. Por eso muchas veces es necesaria la ayuda adicional de alguna sustancia que nos calme, de algún fármaco que nos de algo de tranquilidad emocional, eso va a ser una ayuda temporal que puede sentar muy bien y ser necesaria cuando hay mucha angustia, es decir cuando hay muchas reacciones inconscientes que no controlamos y que se apoderan de nuestros sistema nervioso a niveles psicosomáticos, es decir, que afectan a nuestra mente y a nuestro cuerpo.

    Nuestra mente es una gran desconocida para nosotros. Tiene partes positivas pero también negativas. Se puede usar positivamente de manera consciente o podemos ser víctimas de ella sin que nos demos cuenta. La experimentación del paso del tiempo en situaciones de duelo depende mucho de nuestras actitudes mentales, de nuestras creencias, de lo que nosotros hagamos con nuestro tiempo.

    En líneas generales, si bien al principio el llanto no se puede evitar e incluso al principio es recomendable no evitarlo, llorar, porque es una de las salidas somáticas, de nuestro cuerpo, a las fuerzas inconscientes que se revelan ante la pérdida física del ser querido, con el tiempo es muy importante comprender o intentar comprender lo que está pasando y no dejarse arrastrar por el desconsuelo. Una cosa es llorar y otra muy diferente desesperarse y renunciar en esa desesperación a todo en la vida. Como ya he explicado otras veces en cartas que he escrito al foro, mi esposa se me adelantó en el camino con 54 años, después de vivir juntos en armonía 32 años. Los primeros 14 meses no dejé de llorar ni un solo día. Al principio varias veces al día, con el tiempo menos, pero ni un solo día pude dejar de llorar al menos por las noches cuando me quedaba solo en nuestra habitación. Pero eso sí, no me dejé arrastrar por la desesperación sino muy pocas veces, al principio, en las primeras semanas y un rato, me dejaba llorar y tomaba el control, y no sólo por mí, sino también por ella, principalmente por ella y aquí entramos en otro punto que tiene que ver con lo que nosotros pensemos y sintamos con respecto a la vida y a la muerte.

    El paso del tiempo, el llanto por nuestros seres queridos que se adelantaron, todo lo que se refiera a este tema, es radicalmente diferente en función de lo que nosotros sintamos, pensemos o creamos que ha sucedido. Poco puedo hablar de lo que experimentan las personas que piensan que cuando uno se muere, todo se ha terminado y lo mejor es olvidarlo, guardar un recuerdo en la mente y el corazón y seguir adelante. No es mi caso. Creo que no lo habría resistido, el mero hecho de pensar que ya nunca jamás volvería a ver a mi esposa me hubiera aniquilado, creo que no lo habría superado a pesar de tener a mi hija y a mi hijo y sus parejas que son quienes conforman mi familia cercana y cotidiana. Pero no fue así.

    Tampoco sé con exactitud porque tampoco ha sido mi caso, cómo pueden vivir el suceso, personas que tienen una creencia religiosa determinada y su fe les da consuelo. Creo que tampoco lo hubiera llevado muy bien si me hubiera tenido que conformar con eso.

    No cabe duda que lo que me ayudó y me ayuda ha sido el tener una concepción del Universo Multidimensional y Consciente, el creer firmemente en que la vida no se termina con la muerte del cuerpo físico, pero no a nivel de las creencias religiosas comunes, sino a niveles reales de energía, de procesos propios de la Naturaleza que nunca nos explican ni las religiones ni la ciencia ordinaria porque hay muchos intereses de poder entre medio. Lo que me ha ayudado es el creer a mi esposa viva, más viva que yo mismo, pues ha alcanzado una etapa de la Vida, que todos alcanzaremos cuando nos llegue el momento, en la que se es más real, en la que el cuerpo físico ya no es necesario porque sólo es un vehículo para poder moverse en la tercera dimensión que habitamos los que nos creemos vivos y no hemos experimentado aún la verdadera Vida que comienza en la Quinta Dimensión, un cuerpo ilusorio porque siempre termina desapareciendo, a diferencia de nuestro cuerpo energético que es eterno.

    Aquí entramos en un terreno que pese a que hay mucha documentación y testimonios al respecto, para quien nada sabe del tema, puede ser un poco difícil de comprender, sobre todo si su entorno social y/o familiar está fuertemente arraigado en las “creencias oficiales” tanto religiosas como científicas. No es lo mismo ser religioso que ser espiritual. A niveles superiores la espiritualidad no está reñida con la ciencia porque todo es lo mismo. La Vida se compone de muchas etapas y cuando dejamos esta etapa física, la vida no ha terminado, continúa en la siguiente etapa energética y continúa con un cuerpo que es idéntico al que tenemos, el cuerpo energético y que se le ha llamado de muchas maneras, cuerpo vital, doble etérico, cuerpo espiritual, cuerpo de gloria, a veces simplificando mucho y en terminología religiosa se habla del Alma.

    Hay mucho que estudiar, vivir y experimentar al respecto, pero no cabe duda de que no se experimenta igual el tiempo de duelo si das por perdido al ser querido que si lo consideras vivo en su siguiente etapa vital y aquí se puede entrar en otro terreno que es la comunicación con nuestros seres queridos que han atravesado el umbral, pero no es ese el motivo central de esta carta, sino la experimentación del tiempo de duelo que puede llegar a variar en mucho, en cómo sea nuestra relación con nuestro ser querido, si meramente es de sufrimiento continuo o si, por comprensión del tema podemos llegar a establecer una relación positiva con él y que incluso le podamos ayudar. Y en todo eso tiene mucho que ver, bueno lo tiene todo que ver, el amor. El Amor que es la energía primordial del Universo y que en función de cómo entendamos ese amor y cómo lo usemos, también variará el sentimiento del tiempo que tengamos.

    El tema da mucho de si y tiene muchos lados desde el que enfocarlo. Por si hay alguna persona interesada en leer más sobre estos temas, en cartas que he escrito, como ésta, al foro, en las que se desarrollan más determinados aspectos según la carta de que se trate, en la página dedicada a mi esposa he abierto una sección que contiene un índice de las cartas que voy poniendo y que se puede acceder a él desde aquí

    En la Vida, todo requiere un esfuerzo y un sacrificio, pero si la fuerza motriz es el amor y no hay nadie que no sienta amor por el ser querido que se le ha adelantado en el camino, si la fuerza motriz es el amor, todo se puede conseguir, todo es posible.

    Mariano

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