Desnudando el alma para ayudar en el duelo


    Voy a intentar explicar algo que es una vivencia mía o mejor dicho la sucesión de la misma vivencia a lo largo de diferentes procesos de mi mismo duelo. Por supuesto que en mi caso, está basada en la fuerte convicción de que mi esposa no está muerta, lo que murió fue su cuerpo físico, pero ella continúa su vida y me lo ha demostrado muchas veces.

    Pero lo que quiero explicar es cómo se puede vivir la misma realidad de maneras diferentes en función de cómo uno se siente o todavía más en función de cómo quiere sentirse uno. No es ninguna locura ni que nadie caiga en el error de pensar que a lo mejor me estoy volviendo loco puesto que gracias a Dios disfruto de buena salud y vivo con mis hijos, que para ellos la partida de mi esposa fue el llorar a su madre. Pero quiero explicar mi experiencia particular de un punto concreto en mi intento de explicar cómo podemos crear nuestra realidad y es algo que se estudia en Psicología y que se estudia en Física Cuántica.

    Hemos oído decir muchas veces que la mente tiene capacidad de crear y es cierto, aunque la mayoría de las veces somos víctimas de nuestra mente, somos víctimas de nosotros mismos y hasta que no nos damos cuenta cabal de eso, es posible que suframos más de lo que en realidad deberíamos de sufrir en una situación como es la de duelo.

    Pero allá voy sin más preámbulo a relatar un mismo hecho que vivo cada día y como lo he ido cambiando. Los últimos 10 años de mi vida los he vivido y vivo en un piso que es un primero y tiene un largo balcón en el que hemos pasado mi esposa y yo horas y horas de charlas y entretenimiento muy agradable en las diferentes estaciones del año, de día y de noche.

    Cuando ella se fue, yo tuve que seguir haciendo las mismas cosas que siempre hacíamos juntos, pero ahora, al menos aparentemente, solo. Una de esas cosas es ir a comprar o simplemente volver a casa después de un paseo o de cualquier salida. Cuando estaba mi esposa como siempre íbamos juntos pues al regresar a casa veíamos el balcón vacío.

    Cuando ella contrajo cáncer y estaba con la quimioterapia, había días que no se sentía muy bien y no me acompañaba a comprar. Esos días iba yo solo y al volver a casa ella siempre me esperaba asomada al balcón con la pañoleta que se ponía para ocultar su calvicie debida a la quimioterapia.

    Cuando se fue, yo no podía salir al balcón de mi casa sin echarme a llorar. Cuando regresaba a casa apenas podía mirar el balcón solitario sin llorar por la calle. Nunca me desesperé pero no lo podía evitar y el estómago se me encogía y el pecho se me ponía a respirar y sentía un nudo en la garganta evitando no llorar en medio de la calle.

    Más adelante ya me atreví a salir al balcón yo solo recordándola a ella continuamente, pero sin llorar. Aún hoy en día cada vez que salgo al balcón dialogo con ella y muchas veces creo oír su respuesta. Pero volvamos al tema.

    Al principio cuando regresaba a casa no podía ver el balcón vacío.

    Luego volvía y la recordaba a ella antes del cáncer y que estaba en el balcón esperándome.

    Después la recordaba asomada al balcón pero con la pañoleta tapándose la cabeza.

    Recordaba cómo me saludaba con la mano y me sonreía.

    Esa visión, al principio me dolía, luego quise que fuera de puro amor y ya no me dolía y consciente de que soy capaz, y todos podemos hacerlo si nos lo proponemos y lo hacemos por comprensión, no porque otra persona lo diga, un buen día me dije a mi mismo que ya había que dar un salto hacia adelante y en vez de verla como estaba sonriente con su pañoleta, visionarla como la he visto alguna vez en sueños, sonriente, pletórica de felicidad, saliendo luz amorosa de su corazón.

    Y en la actualidad, porque yo quiero, porque yo lo he decidido, porque sé que está viva y está mucho mejor que yo, cuando vuelvo a casa la veo, la imagino (imaginar es ver), más joven, porque en el otro lado nuestro espíritu, nuestra energía, adopta imágenes de juventud, lo mismo que nosotros cuando soñamos nos podemos ver el cuerpo físico más joven de lo que somos, y la veo radiante, jovial, luminosa, sonriente, con su mirada de amor hacia mí y su pecho se ilumina y de su corazón sale un rayo que llega hasta mi corazón y hace que me sienta lleno de vida, que la ame intensamente que mi pecho se expanda y me inunde la felicidad que me provoca el haberla conocido, el haber vivido con ella 32 años en armonía, el haber tenido con ella los dos hijos (hija e hijo que tenemos).

    En una palabra, algo que había sido triste yo he ido poco a poco transformándolo en algo alegre, en algo sanador, en algo que me beneficia a mí y la beneficia a ella al verme así y esto no es locura, es la realidad cuántica que yo quiero vivir y que le quiero ofrecer a ella. Ya le ofrecí momentos de tristeza al principio porque no lo podía evitar, pero siempre controlándome y no dejándome caer en la desesperación, por amor a ella. Por eso nosotros mismos somos o podemos llegar a ser dueños de nuestras vidas, si actuamos por amor a nuestros seres queridos.

    Yo sé que es posible que esto no todo el mundo lo pueda entender, pero contándolo desnudo mi alma en un intento de ayudar a otros con un ejemplo que está sacado de mi vida, de mi experiencia particular, no está sacado de ningún libro, es mi vida, como la mayoría de cosas que trato de explicar y he explicado en este foro desde que Dolors se me adelantó en el camino.

    Gracias por leerme y espero y deseo que le pueda servir de ayuda a alguien.

    Mariano

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