La superación del sufrimiento y el dolor (agosto 2011)

    Hola:

    En primer lugar, aunque supongo que ya lo sabes pues está documentado en todo tipo de escritos y te lo corroboro con mi experiencia con Dolors, 7 meses es muy poco tiempo de duelo y eso hace que puedas estar en las fases típicas de aumento del dolor. El camino de las lágrimas, otra forma de llamar al duelo, debido a que es imposible salvo casos excepcionales (que no entran en lo normal) evitar el llanto, éste se produce inevitablemente los primeros meses y cada día. Como he comentado en algunas cartas de duelo de las varias que escribí para los foros, yo estuve 14 meses sin dejar de llorar un solo día, pero hay que explicarlo bien, eso no quiere decir que me pasara el día llorando, simplemente que durante 14 meses no hubo un solo día que en algún momento no se me escaparan las lágrimas. Pero nunca me derrumbé y me abandoné al sufrimiento porque por amor a Dolors no quería que ella sufriera viéndome a mí sufrir.

    Lo normal en el duelo es que el dolor que produce la separación física del ser querido es que vaya en aumento hasta alcanzar un punto máximo que es diferente para cada persona. Una vez que se ha alcanzado y empieza a disminuir, vienen los períodos de altibajos, es decir que uno parece estar mejor y de pronto le vuelve el dolor, pero lo más normal es que no llegue a ser tanto como cuando se alcanzó el punto máximo. Esos puntos de regreso de dolor cada vez son menores y dependen mucho de nosotros mismos.

    En todo esto interviene mucho la actitud que uno tenga frente al fenómeno de la muerte física del ser querido. Es mucho más difícil superarlo si uno cree que ha perdido a la persona, a que si uno cree que sólo ha muerto el cuerpo físico pero que la Esencia de la persona que es su Conciencia con su Cuerpo Energético que es un doble exacto del físico, continua y más vivo que nosotros en la siguiente dimensión de la naturaleza.

    Yo siempre me baso en este supuesto porque todas mis palabras no tendrían sentido si pensara que Dolors ha muerto y la he perdido y no me serviría de consuelo pensar como algunas religiones dicen que nos encontraríamos al final de los tiempos. Para mí Dolors está viva en el momento presente y en estos más de cuatro años no he dejado de experimentar de tanto en tanto situaciones que sólo las puedo explicar por la existencia de Dolors.

    Para mí, y así lo explico siempre en mis cartas de duelo, lo único que realmente puede hacer frente al dolor es el Amor, el Amor Consciente, que es siempre el deseo desinteresado, con ausencia de egoísmo, del bien del otro. El Amor consciente se crea, está latente en todos nosotros pero hay que alimentarlo. El Amor requiere sacrificio y la palabra sacrificio viene de “sacro oficio”, es decir, oficio sagrado y el oficio sagrado es el Amor. Eso significa que uno, por Amor, es capaz de sacrificar algo que es muy difícil como es el dolor que se experimenta en una situación de duelo por la partida de un ser muy querido en su siguiente etapa de la vida.

    Lo más normal, debido a la educación incorrecta que recibimos normalmente en las civilizaciones occidentales, es experimentar dolor y dejarnos arrastrar por él. Existe incluso el error de quien piensa que cuanto más llore más demuestra su amor por la persona que se ha anticipado en el camino de la Vida. Y como decía San Agustín “Si me quieres no llores”, porque llega un momento que en nuestra inconsciencia no nos damos cuenta que lloramos por egoísmo, no por amor.

    El verdadero amor implica el que, sabiendo que nuestro sufrimiento va a hacer sufrir a nuestro ser querido, seamos capaces, poco a poco y en la medida de las circunstancias particulares de cada persona, que siempre son diferentes, ir superando ese sufrimiento por amor al ser querido, intentar darle a nuestro ser querido no lágrimas sino momentos de alegría, que él o ella vean como nos esforzamos en superarnos y que lo hacemos en base al amor, que lo hacemos por amor a él. Ese es el mayor sacrificio y es a la vez la mayor muestra de amor. Cuesta, claro que cuesta, pero es totalmente posible y ese amor llega a borrar el dolor y llega el momento en que uno integra a su ser querido en su nueva forma espiritual y lo tiene siempre presente sin llorar e incluso se puede llegar reír con él.

    En mis primeros meses cuando veía una película y alguna escena me hacía llorar, automáticamente me acordaba de Dolors, pero trabajando en el tema, buscando momentos alegres para ofrecérselos a ella, he pasado a que me acuerdo y me conecto a ella automáticamente sólo cuando una escena me hace reír y me río con ella.

    Yo también, y creo que casi todo el mundo, cuando iba a comer con mis hijos y sus parejas, en el restaurante había y siempre hay seis sillas y siempre la que está enfrente de la mía está vacía. Mi hija y su pareja enfrente, mi hijo y su pareja enfrente y yo y mi pareja enfrente que sólo la veo yo con mi imaginación consciente.

    Algo que hay que tener muy en cuenta en este trabajo que se podría llamar de “Integración del ser querido” a nosotros, es que nuestra mente va a jugar en contra y nos va a traer pensamientos negativos que nos producirán nostalgia, sufrimiento y dolor y si no nos damos cuenta, si no somos conscientes de que es nuestra mente, es decir, somos nosotros mismos los que nos provocamos esos pensamientos, caemos en la trampa y estamos sufriendo, no estamos amando, estamos sufriendo.

    Es en esos momentos, cuando hay que negarse a sí mismo (como decía Jesus: “niégate a ti mismo”), o sea, no admitas esos pensamientos, no le permitas a tu mente que los piense, no te abandones pensando “si él estuviera aquí”, “lo que haríamos si…”, “que felices seríamos si…” siempre son frases condicionales que acaban en si… son las tentaciones de la mente que si caes en su trampa sufres y no te das cuenta de que tú misma te estás produciendo ese sufrimiento.

    Lo que hay que hacer, y eso sólo se puede hacer cuando hay comprensión de lo que estás haciendo, o sea, cuando comprendes el tema del ataque de tu propia mente y que el amor consciente es desear el bien ajeno sin ningún tipo de egoísmo, entonces es cuando puedes decirle a tu mente que se vaya a paseo, que no admites pensamientos que te hagan poner triste y en contraposición tú mismo pones pensamientos alegres, como “qué bien está él”, “como lo quiero mucho lo imagino brillante de luz y sonriendo”, “que contento se pondrá si me ve a mi sonreír y que me supero un poco cada día” y además todo eso coincide con que es la realidad cósmica, porque él está muy bien y cada vez que te vea sonreír y pasarlo bien para ofrecérselo a él, se sentirá lleno de placer espiritual que es más fuerte que nuestros pequeños placeres mundanos.

    Mariano

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